El joven gerente de mercadeo estaba razonablemente preocupado debido a los frecuentes roces que tenia con el gerente de producciĂłn, dado que Ă©ste querĂa producir lo que le permitiera cumplir su meta, que no necesariamente era lo que demandaban los clientes. Un problema similar tenĂa el gerente de ventas cuando crĂ©ditos y cobros se portaba pedante con los clientes que tenĂan crĂ©ditos pendientes de pago. Lo mismo ocurre con frecuencia entre mercadeo y finanzas. Total: unos contra otros, todos peleando con su cuota de poder y sin nadie ni nada que los una.
En todas las organizaciones -en unas mĂĄs que en otras- se encuentran personas que les gusta tirar por su lado, como si sĂłlo ellos o su unidad existiera. Esto es lo que se llama tener pensamiento individualista o caciquismo, en contraposiciĂłn al concepto holista, del gerente moderno, quien ve su ĂĄrea de acciĂłn como parte integrante del todo de la empresa, donde el trabajo en equipo es necesario y la cooperaciĂłn, vital.
Este individualismo entre los gerentes ha puesto en peligro la supervivencia de muchas empresas, como bien nos recuerda el veterano Lee Iacocca, uno de los genios de la gerencia del siglo XX, quien ilustra la situaciĂłn por la que atravesaba la moribunda Chrysler cuado llegĂł en 1979, proveniente de Ford:
“Chrysler parecĂa mi Italia natal en 1860: una colecciĂłn de pequeños feudos luchando por eludir una sola autoridad. Todo mundo poseĂa su pequeño imperio: 35 vicepresidentes, 20 pequeñas compañĂas y nada que las lograra unir. El grupo de ingeniera se negaba cooperar con el de producciĂłn…y viceversa. Ingeniera empezĂł sobre su pedestal y allĂ se mantuvo muy encima de todo: absorta y alejada de los diseñadores y de los problemas de control de calidad a que se enfrentaba la fĂĄbrica … Chrysler se habĂa destruido a si misma una dĂ©cada antes con una “banco de ventas” aborrecido por los distribuidores, donde los automĂłviles se producĂan sin tomar en cuenta los pedidos de los vendedores … A esta compañĂa le tomĂł 10 años caer en la decadencia … podrida hasta la mĂ©dula …Los autos colaban agua, hacĂan mucho ruidos y emergĂan de la lĂnea de ensamble con pintura defectuosa y desajustes en otras partes.” (Maynard Gordon, en “TĂ©cnica Iacocca”. Editorial Diana.)
El descubrimiento de tantos defectos condujo a la creaciĂłn de fuerzas de trabajo de calidad, cuyos miembros por vez primera supieron que podĂan perder sus empleos si no encontraban remedios permanentes para las fugas, ruidos, paros de motor, etc.
Hans Matthias, consultor de producción llevado por Iacocca a Chrysler, dijo respecto a los pequeños feudos y falta de trabajo en equipo:
“Debemos quitarle a la gente la idea de que se limiten tan solo a su parte del trabajo y se olviden del resto. Es menester que nos mantengamos verificando que todo estĂĄ correcto, desde el principio a fin.”
Eso es. Elimine del vocabulario de la gerencia media la frase “Ese no es mi problema”. “eso no es asunto mĂo” y similares. Todos deben ser responsables del producto que se entrega al cliente.
Lacocca empezĂł a llamar a genios administrativos que habĂan trabajado con Ă©l en Ford y que debido al egocentrismo de su presidente, Henry Ford II, habĂan huido a otras empresas, despidiĂł a los gerentes que no tenian remedio y dejĂł bien claro cual iba a ser la prioridad de allĂ en adelante. Si cree que esto es algo que solo pasa en otras empresas y en otros paĂses, talvez lo consuele esta frase que me dijo hace unas semanas un empresario:
“Quiero que vengas, agarres a todos los jefes y me los capacites en trabajo en equipo y relaciones humanas, si no se van a matar estos babosos.”
Para los lectores que tienen en sus instituciones gente individualista, renuente a trabajar en equipo, les transcribo la siguiente fĂĄbula de Ivan KrĂlov (1769-1844), fabulista ruso, para que se las dejen encimas de los escritorios a esos ejecutivos egocentristas que algunos jefes toleran:
Una vez, un cisne, un cangrejo y un esturiĂłn se propusieron tirar de un carro cargado, los tres empeñados de consuno. Aunque se esforzaron hasta arrancarse la piel, no movieron el carro ni un palmo. Pero la carga les podrĂa haber sido liviana. El cisne sin embargo, tirĂł hacia las nubes; el cangrejo halaba hacia atrĂĄs, mientras que el esturiĂłn empujaba hacia el agua. A quiĂ©n de ellos se deba culpar, no es asunto que nos incumba juzgar, pero hasta ahora el carro sigue en el mismo lugar.
Estimado Lector: ¿QuiĂ©n en su empresa o unidad la hace de cisne? ¿QuiĂ©n de cangrejo? ¿QuiĂ©n de esturiĂłn? ¿Y su papel cuĂĄl es?
La falta de amalgama en su personal que dificulta el trabajo en equipo es un mal que tiene cura, si usted muestra un real interés en conseguir la medicina. Antes de buscar la causa en los demås, solicito a su excelencia que revise su forma de trabajar. Bajo un buen liderazgo no hay cisnes ni cangrejos ni esturiones, sino un verdadero equipo de trabajo.
Fuente: Gerencia y Empresa