Daniela, una joven del municipio de San Carlos, es la tercera ajedrecista mĂĄs rĂĄpida del mundo.
Debo mi vida al ajedrez. A veces pienso que me salvĂł del trauma que dejĂł el conflicto armado en mi pueblo, porque mientras mis vecinos enterraban a sus muertos, yo estaba en torneos fuera del departamento o concentrada en los entrenamientos. Mientras a la gente la asesinaban en la carretera hacia MedellĂn, de tanto viajar a competencias, los grupos ya se habĂan acostumbrado a verme en los buses y hasta me llamaban campeona.
Mi infancia en la vereda SamanĂĄ de San Carlos, al oriente de Antioquia, transcurriĂł entre hostigamientos de guerrilla y paramilitares. En una madrugada del año 2000, cuando tenĂa ocho años, extraños tocaron las puertas como locos. Sacaron a toda la gente a la plaza y a los niños nos dejaron encerrados en las casas.
SegĂșn me cuentan, sacaron una lista y comenzaron a llamar, nombre por nombre, a supuestos guerrilleros. Como ninguno de los sospechosos estaba presente, señalaron a dedo a cuatro personas y los asesinaron.
Por el miedo, de SamanĂĄ nos fuimos a MedellĂn. Fueron dos meses de mucha inestabilidad, pero de no ser por el desplazamiento no habrĂa conocido el ajedrez.
Regresamos a San Carlos y yo estaba en tercero de primaria. Estudiaba en la escuela del pueblo y era deber practicar algĂșn deporte. PreferĂa el bĂĄsquetbol, el voleibol o las danzas, pero mi hermana Xiomara entrĂł al curso de ajedrez y un dĂa me convenciĂł de acompañarla donde un entrenador para dar inicio a su nivel competitivo.
VeĂa a los viejitos jugar en el parque, mover fichas, mirar fijo al tablero, pero al no entender me parecĂa muy aburrido. Hasta ese dĂa, que el entrenador se demorĂł para atender a mi hermana y mientras tanto ella me encarretĂł jugando damitas con peones.
SeguĂ asistiendo a los entrenamientos. A los dos meses dejĂ© de jugar con peones e iba adquiriendo destreza con todas las piezas, y en menos de seis meses viajĂ© a MedellĂn a jugar el departamental Sub 10, del que terminĂ© como subcampeona y por el que obtuve el primer trofeo de mi vida. Luego clasifiquĂ© al nacional Sub 10 y luego al panamericano Sub 10 en Argentina. A Jorge Horacio HernĂĄndez, mi entrenador, le preguntaban que de dĂłnde me habĂa sacado, y Ă©l contaba entre risas que la niña habĂa llegado al deporte obligada y por error.
Con los meses me gustó el ajedrez porque se parece a la vida. Hay tensiones y hay calma; hay infinidad de soluciones, unas mås acertadas que otras, y en medio del juego demostramos de qué estamos hechos: si nos protegemos en la partida, somos muy pasivos, y si atacamos y sacrificamos, somos arriesgados. Por mi parte, juego seguro, pero soy astuta.
Desde entonces mi vida cambiĂł muchĂsimo. La niña que jugaba a la cocinita, con las muñecas ya no existĂa. SalĂa del colegio a las 4 de la tarde, me tomaba un agua de panela y entrenaba hasta las 9 de la noche. AprendĂ, madurĂ© a temprana edad y el año pasado, en el Campeonato Mundial de Ajedrez Amateur, que tuvo lugar en Rumania, quedĂ© como la tercera mĂĄs rĂĄpida del mundo.
Estudio negocios internacionales y administraciĂłn turĂstica y el prĂłximo año serĂ© la secretaria de Turismo de San Carlos. TambiĂ©n quiero implementar en las escuelas de mi municipio el ajedrez como herramienta pedagĂłgica y ahora me encuentro en Paraguay realizando un inventario turĂstico con las comunidades indĂgenas y enseñåndoles ajedrez.
Quiero que mi talento llegue a otros, quiero convencer al mundo de que cuando las mujeres luchamos por nuestros proyectos podemos lograr un cambio, sin necesidad siquiera de que evalĂșen nuestro fĂsico. Soy una mujer valiente y sin miedo.
Fuente: El Tiempo